Serena Mainiero, ’19
Jamestown, Rhode Island
Fuera de la costa del estado de Rhode Island, hay una isla tan pequeña que solo consiste de un pueblo que se llama Jamestown. Aunque puede sentirse muy insignificante, es muy especial para mí; es mi ciudad natal y toda mi familia vive aquí. Jamestown no es un pueblo ordinario, es un pueblo completamente rodeado por el océano dónde todos se conocen y podemos tener el sentido de familiaridad y seguridad cada día. Después de un largo semestre en la Universidad en la gran ciudad de Worcester, debo volver a un paraíso de calma, debo volver a Jamestown.
Durante un día de verano en Jamestown, el agua y el cielo presentan el más bello tono de azul, y el sonido de los botes que se mueven velozmente penetra todo el pueblo. Cuando no están en uso, los botes se balancean en el agua como mi abuelo en su mecedora. Al lado del agua, los niños corren a lo largo de la playa, echando carreras como si estuvieran en un maratón mientras que los adultos y turistas caminan a través del centro comprando ropa y comida. El centro de Jamestown consta de unas tiendas y restaurantes, tan viejos como la isla misma.
Cuando llega el anochecer, el tono bello de azul en el cielo cambia a una mezcla de rosa y azul oscuro. En solo un momento el cielo se convierte en una gran imagen de algodón de azúcar. Detrás de las nubes coloridas, el puente luminoso brilla sobre el océano. Los sonidos de los botes se disipan y el sonido de los grillos llega. El pueblo alcanza totalmente un estado de relajación, en lo que nadie puede interrumpir la paz de la noche, y todos aprecian el silencio que la isla ofrece.
Jamestown, Rhode Island
Fuera de la costa del estado de Rhode Island, hay una isla tan pequeña que solo consiste de un pueblo que se llama Jamestown. Aunque puede sentirse muy insignificante, es muy especial para mí; es mi ciudad natal y toda mi familia vive aquí. Jamestown no es un pueblo ordinario, es un pueblo completamente rodeado por el océano dónde todos se conocen y podemos tener el sentido de familiaridad y seguridad cada día. Después de un largo semestre en la Universidad en la gran ciudad de Worcester, debo volver a un paraíso de calma, debo volver a Jamestown.
Durante un día de verano en Jamestown, el agua y el cielo presentan el más bello tono de azul, y el sonido de los botes que se mueven velozmente penetra todo el pueblo. Cuando no están en uso, los botes se balancean en el agua como mi abuelo en su mecedora. Al lado del agua, los niños corren a lo largo de la playa, echando carreras como si estuvieran en un maratón mientras que los adultos y turistas caminan a través del centro comprando ropa y comida. El centro de Jamestown consta de unas tiendas y restaurantes, tan viejos como la isla misma.
Cuando llega el anochecer, el tono bello de azul en el cielo cambia a una mezcla de rosa y azul oscuro. En solo un momento el cielo se convierte en una gran imagen de algodón de azúcar. Detrás de las nubes coloridas, el puente luminoso brilla sobre el océano. Los sonidos de los botes se disipan y el sonido de los grillos llega. El pueblo alcanza totalmente un estado de relajación, en lo que nadie puede interrumpir la paz de la noche, y todos aprecian el silencio que la isla ofrece.