Voces de la comunidad
Comunitat. La misma plaza, la de toda la vida, indiferente al paso del tiempo, pero al mismo tiempo, testigo de él. Esa plaza con la “rosa dels vents” a la izquierda, el monasterio a la derecha y un trozo de calle que sirve las veces de parking en invierno y de barra de bar en verano para las fiestas. Ella, testigo de todo lo que pasa, es mi comunidad, mi unidad, mi hogar. Ella, testigo de cómo todos nos conocemos y nos relacionamos de alguna manera. Ella, testigo de conversaciones del tipo: «¿y este chico? ¿Le habíais visto antes por el barrio?». Con respuestas tan comunes y naturales como: «sí, hombre, es el chico que va con el hijo de Cati». Ella, que ha servido de patio de juegos durante generaciones y que nos ha visto crecer a la mayoría. Ella, testimonio de secretos, discusiones, romances, bodas, bautizos y comuniones. Ella, punto de unión de todos. Esa plaza, en la que cuando todos nos juntamos todos somos familia, esa plaza es mi hogar.
Comunitat. La misma plaza, la de toda la vida, indiferente al paso del tiempo, pero al mismo tiempo, testigo de él. Esa plaza con la “rosa dels vents” a la izquierda, el monasterio a la derecha y un trozo de calle que sirve las veces de parking en invierno y de barra de bar en verano para las fiestas. Ella, testigo de todo lo que pasa, es mi comunidad, mi unidad, mi hogar. Ella, testigo de cómo todos nos conocemos y nos relacionamos de alguna manera. Ella, testigo de conversaciones del tipo: «¿y este chico? ¿Le habíais visto antes por el barrio?». Con respuestas tan comunes y naturales como: «sí, hombre, es el chico que va con el hijo de Cati». Ella, que ha servido de patio de juegos durante generaciones y que nos ha visto crecer a la mayoría. Ella, testimonio de secretos, discusiones, romances, bodas, bautizos y comuniones. Ella, punto de unión de todos. Esa plaza, en la que cuando todos nos juntamos todos somos familia, esa plaza es mi hogar.