Común unidad
Es cierto que el mundo es grande
y cada esquina de esta esfera nos reclama
Una llamada constante
una ansiedad de ver y pisar y saberse lejos
de lo que ya conocido, es siempre la casa.
Es cierto que la vida viaja, porque es tiempo,
que el viento no duerme en una tierra sola,
ni el agua pertenece a un solo río.
Es cierto que también el mar es omnipresente,
y que el cielo, techo grandísimo,
nos deja a todos en la misma instancia.
Pero hay un lugar,
único que siento mío,
compendio de flores y raíces encarnadas,
memoria constante del dolor y de la vida,
tierra inicial, sonora,
cantada en el primer llanto.
Madre que me dio a mi madre,
que me enseñó a pronunciar montaña
para que mire hacia arriba y no vea azul, solo,
sino la montuosidad inmensa que se une al cielo.
Soy de Colombia porque de ella he partido
una marca en la voz y en las palabras,
un hoyo dispuesto, para siempre, en algún lugar del pecho,
esta forma de sentir como estallido,
de doler y de cantar,
de aprender a encender la luz en la desgracia.