Sandy DeJesús, ’19
La madre patria
Yo siempre he dicho, “que mi México es lindo y como él no hay dos.” No hay día que pase que no me acuerde de mi infancia en Puebla, cuando los días nunca eran tristes. Algún día, regresaré a tus tierras para quedarme y disfrutar todo lo que tienes para darme. Me dicen, “tanto esfuerzo para cruzar pa’ca para que tú te quieras regresar.” Es que el corazón siempre añora regresar a su hogar. Esta, mexicana del otro lado, quiere ser tu amiga y no tu enemiga. México, cada vez que tú lloras, yo también. Ese terremoto en septiembre del 2017, me dejó asustada. Al igual que tú, yo sufrí. México, tienes tanto que ofrecer, pero tus políticos dan muy poco. Sí, el año pasado celebramos la salida de Peña Nieto ya que nos hizo llorar lágrimas de sangre. Perdonamos pero nunca olvidamos a los 43 desaparecidos de Ayotzinapa y el movimiento yo soy 132. Recordamos y queremos un cambio por esas mujeres que salieron de casa pero nunca volvieron. México, me duele el racismo que nos han inculcado y que no cuestionamos. En Perú, una mexicana que yo conozco insultó a los peruanos con la palabra “indios.” Qué ignorancia. Hace unas semanas Sergio Goyri insultó a Yalitza Aparicio por ser de descendencia indígena. Y no podemos olvidar todos los insultos que hemos aprendido a través de nuestra sociedad hacia los negros. El machismo de Pancho Villa todavía sigue en nuestras vidas. Se me partió el alma, cuando muchos de nosotros no nos tomamos el tiempo para ayudar a la caravana. Sin embargo, no todo es malo. No hay chiles en el mundo como los que encuentras en México. Nuestra cultura es rica y única. Trabajamos duro, y nunca nos rajamos. Somos esclavos laborales en nuestra propia tierra. Trabajamos duro por un salario que apenas alcanza. Lo que empezamos, terminamos. Mi casa es tu casa, no te preocupes, no sé cómo pero nos acomodamos. México, con todos tus defectos yo te quiero. México, en las buenas y las malas.
La madre patria
Yo siempre he dicho, “que mi México es lindo y como él no hay dos.” No hay día que pase que no me acuerde de mi infancia en Puebla, cuando los días nunca eran tristes. Algún día, regresaré a tus tierras para quedarme y disfrutar todo lo que tienes para darme. Me dicen, “tanto esfuerzo para cruzar pa’ca para que tú te quieras regresar.” Es que el corazón siempre añora regresar a su hogar. Esta, mexicana del otro lado, quiere ser tu amiga y no tu enemiga. México, cada vez que tú lloras, yo también. Ese terremoto en septiembre del 2017, me dejó asustada. Al igual que tú, yo sufrí. México, tienes tanto que ofrecer, pero tus políticos dan muy poco. Sí, el año pasado celebramos la salida de Peña Nieto ya que nos hizo llorar lágrimas de sangre. Perdonamos pero nunca olvidamos a los 43 desaparecidos de Ayotzinapa y el movimiento yo soy 132. Recordamos y queremos un cambio por esas mujeres que salieron de casa pero nunca volvieron. México, me duele el racismo que nos han inculcado y que no cuestionamos. En Perú, una mexicana que yo conozco insultó a los peruanos con la palabra “indios.” Qué ignorancia. Hace unas semanas Sergio Goyri insultó a Yalitza Aparicio por ser de descendencia indígena. Y no podemos olvidar todos los insultos que hemos aprendido a través de nuestra sociedad hacia los negros. El machismo de Pancho Villa todavía sigue en nuestras vidas. Se me partió el alma, cuando muchos de nosotros no nos tomamos el tiempo para ayudar a la caravana. Sin embargo, no todo es malo. No hay chiles en el mundo como los que encuentras en México. Nuestra cultura es rica y única. Trabajamos duro, y nunca nos rajamos. Somos esclavos laborales en nuestra propia tierra. Trabajamos duro por un salario que apenas alcanza. Lo que empezamos, terminamos. Mi casa es tu casa, no te preocupes, no sé cómo pero nos acomodamos. México, con todos tus defectos yo te quiero. México, en las buenas y las malas.