Primer Premio | First Prize
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Látigos de cemento
Negro anciano con sangre indígena
ya entiendo por qué te quieres morir
donde está “tu gente”.
Me dices lo que hizo “mi gente”
tras los siglos ya no importa
pero sí importa
porque no hablar de la oscuridad diabólica
no hace que desaparezcan los recuerdos
de edificios tumbados
casas convertidas en “mother-in-law suites.”
Látigos, arma de tortura,
que defienden los muros que construyó
mi gente para asegurar que
los terrenos conquistados
no los perdimos.
O leyes que hicimos cuando no nos gustaron
sus ritmos africanos
o maracas musicales de calabaza
o ritos funerarios.
La separación de las razas
o la expulsión de lo suyo
para preservar la sangre pura
que no es ni pura ni roja
sino contaminada por el odio de siglos
que comenzó con una ley oscura
que hizo que mi gente
contralara tu gente
porque nos hizo falta
labor gratis para crear capital
una raza pagana para dominar
para sentirnos justificados
en encarcelar tu gente
en una isla de azúcar
donde la dulzura de la vida
se reemplaza con la amargura de otro día
trabajando en los campos
por 10 horas diarias
6 días la semana
hasta domingo.
Donde tu gente podía
descansar
donde mi gente
se preocupaba
de que tu gente se rebelara
porque cuando se dieron cuenta
que son humanos
y no bestias de carga
y la libertad es la única
demanda que pueda restaurar
la dignidad,
la humanidad,
el respeto a si mismo.
Lo siento negro anciano con sangre indígena
Que mi gente ha sido
tan diabólica con tu gente
Quisiera saber que si antes de que te mueras
si fumamos un puro cubano juntos
o un cigarrillo con una copa de ron
o tal vez una cucharada de azúcar
en una taza de café
y saboreamos el trabajo
que hizo tu gente
gratis
por mi gente que todavía
construye muros
aprueba leyes
contrata policía
y construye monumentos
a los látigos de cuero
ahora tan duros como el cemento
que tumba
Dios.
- Thomas Alexander