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Premio Ramiro Lagos, 2018
Presentation
Primer Premio | 1st Prize
Segundo Premio | 2nd Prize
Premio de traducción | Translation Prize

Hilo 1
Rodrigo Fuentes, Spanish
Estrella Cibreiro and Rodrigo Fuentes, Spanish
Member of the Class of ’19
Elizabeth Hallahan
Samantha Devane
Maegan Moriarty
Ryan Snow
Matt Jambor
Ty Bramer

Hilo 2
Ana Menendez
Cristina Dressel
Kathleen McLaughlin Theresa Gervais
Nina Sparre
Anthony O’Connor
Mary Caulfield
Biorbel Castillo 

Hilo 3 
Rodrigo Hasbún
Elena Miceli
Hiram Gandía
Laura Lares
Alba Mayans

Hilo 4

Paola Cadena
Sarah Christo
Meghan Gregory
Victor Pacheco
Teresa Murphy
Hiram Gandía

Artes Visuales | Visual Arts
Jessica Lagunas 
Megan Viera 
Sarah Baker
Ciro Aprea
Victor Pacheco
Victor Pacheco
Lauren Byrne

Agradecimientos | Thanks

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Mark
Hiram Gandía '20

Cuando me convertí en un gringo

    Qué hermoso, majestuoso, increíble, estúpido, feo y doloroso es el amor. Nunca pensé que una bendición pudiera ser lo más malo que me haya pasado en la vida. Bueno, me estoy adelantando mucho, antes de que le cuente lo que sucedió, voy a pedirle al camarero
otra soda ya que lo que me queda en mi bolsillo son cinco dólares, y ella no está aquí para decirme qué tomar y qué no. “Camarero, otra cola por favor”. Bueno, tal vez te preguntaras, ¿quién es “ella”? Pues déjame decirte, que “ella”, es la mujer más hermosa que he conocido en mi vida. Su sonrisa era más blanca que la nieve, y su piel era radiante como el sol. Es hermosa, inteligente, dulce y va a la iglesia, tremenda combinación. Sus ojos marrones claritos me agarraban por los hombros y me decían que le hablara. Y pues le hablé. Y fue lo típico, chico se enamora de la chica, y la chica lo ignora hasta el punto que decide darle su atención. Su nombre era Kelly, y me enamoré completamente de ella. Lo único es que, yo soy un puertorriqueño y ella es una gringa. Creo que por Kelly ser blanca a mi Madre no le agradaba. Me decía que no era la persona correcta para mí, y odiaba que me dijera eso, porque no sé cómo lo hacen pero las madres puertorriqueñas siempre tienen la razón. Aunque estén equivocadas, siempre tienen la razón.
    “Hi, my name is Iván”, fue como comenzó mi jornada con la mujer de mis sueños. Ella tan amable me respondió en ingles con, “ Hi Iván, I’m Kelly”. No había pronunciado mi nombre bien la primera vez que lo dijo pero no me importó. Esta pequeña conversación ocurrió el domingo después de la iglesia. Ella siempre se sentaba a la derecha, a dos sillas de distancia de mí. Pero no importaba donde me sentara, siempre sentía que éramos los únicos dos que estábamos presentes. Como si estuviese en otro mundo, donde todo era posible y las únicas personas que habitaban ese mundo eran ella y yo. Ese mismo domingo, le pregunté si le gustaría ir a almorzar conmigo, y me dijo que sí. Me acuerdo que la lleve a almorzar y ordené una ensalada para mí porque no quería que ella pensara que era un comelón o algo parecido, y tal vez la impresionaría. Ya que me contaron que
a las gringas les gustaban los chamacos puertorriqueños que comen saludable. Pero no le prestó atención a lo que ordené y su compañía me agradó mucho. Me gustaba más cada día, y hablábamos más hasta que llegó el día de san Valentín el mes después. Le pregunté si le gustaría ir a una cita conmigo y, claro, le di unos chocolates y un perrito de peluche pequeño como regalo de san Valentín. A Kelly le encantaron los chocolates y el perrito, y rápidamente me dijo que sí a la cita. Fue un día maravilloso para mí. Para nuestra cita, la lleve al zoológico, donde vimos muchos espectáculos con los animales, nos reímos, hasta aprendí que ella hablaba español. Cuando me dijo que hablaba español y continuó hablándome en español, mi corazón se quería derretir, ella era perfecta. Esa primera cita fue suficiente para mí, y para ella también, porque le pregunte si quería ser mi novia y
me dijo que sí sin pensarlo. Todo era perfecto.
    Siempre nos visitábamos, y nos encantaba cocinar. “Oye Iván, ¿por qué no comes más vegetales? Deberías dejar de comer arroz”, me decía continuamente Kelly. Una tarde me dije a mí mismo que debería escucharla porque sí me gustaría bajar dos o tres libras.
“Claro que sí mi princesa, hoy nos cocinaré unos vegetales y tal vez un pollo o pescado”, le dije cuando al fin decidí escuchar su consejo. Para mí no era una molestia dejar de comer algo que llevaba comiendo desde que era niño, por Kelly hubiese hecho lo que fue- se por mantenerla contenta. La misma tarde en que decidí seguir su consejo de dieta, era la tarde de la fiesta de mi hermano menor, era su cumpleaños. Ya que cumplía 21 años, la familia quería hacerle una fiesta y tener música en vivo. Rápidamente, me llamaron de la familia, ya que toco las congas y percusión latina, y me pidieron que tocara con la banda para el cumpleaños de mi hermano. Yo sin titubear les dije que sí, y pensé que sería una buena oportunidad para presentarles a Kelly. Luego de nuestra cena saludable, Kelly y
yo salimos a la fiesta. El olor a comida puertorriqueña, el ruido de la música, mis primos gritando en vez de hablar como gente civilizada, era un ambiente al cual ya yo estaba acostumbrado. Pero para Kelly, fue como un nuevo mundo. Todos estaban muy contentos por conocerla, ya llevábamos casi cuatro meses juntos. Mi madre la había conocido cuando ella primero se hizo mi novia, pero ya que Kell era blanca no creo que le agradó. La fiesta estuvo muy buena, toqué mi música favorita, compartí muchas risas con mi primos y con mi hermano, pero noté que Kelly estaba presente pero no estaba seguro
si se estaba divirtiendo. Durante el camino hacia su casa le pregunte, “¿Mi amor, que opinaste de la fiesta? ¿Te gustó?” Me dijo, “No, es que la música estaba muy alta, la comida muy grasosa, y tu familia habla muy alto”. Me disculpe muchas veces, y dije que no se preocupara porque nuestras fiestas no son todas así. Pero fue esa noche, después
de esa fiesta, que todo cambió.
  
Me acuerdo que después de aquella fiesta, hace ya unos meses, decidí alejarme de mi familia. Pensaba que yo no era normal. Pensaba que tal vez Kelly me despreciaba. Ella era la única mujer que había amado, solamente la quería a ella. Mi madre me llamó, me dijo que estaba muy triste y que oraba por mí, porque pensaba que yo la había abandonado. Dentro de mí solo pensaba en todo los años y en todo lo que hice por mi madre; me comportaba bien, tenía buenas calificaciones en la escuela, y fui a la universidad de gratis, todo por ayudarla a ella y para que estuviese orgullosa de mí. Al escucharla
por el teléfono, no sentí tristeza ni compasión, sentí ira porque sabía que su preocupación era que a ella no le agradaba mi novia blanca. Con ese motivo, me aleje de mi madre también. Durante ese tiempo no me importaba, porque tenía lo que quería, a Kelly. Claro, al tener a Kelly ya no me gustaba la música latina, solo las canciones preferi-
das de Kelly en español, junto con su género favorito de música. No me había afeitado completamente desde mis días en la secundaria, ya no tenía mi candado, el cual era mi estilo de barba favorito. Y me deje crecer el pelo, ya que a Kelly no le gustaba cuando me recortaba el pelo muy corto. Y baje de peso, veinte libras para ser exacto, esto si es algo bueno porque estoy más saludable, pero sí extraño el arroz que cocinaba mami. Ya Kelly y yo llevamos más de siete meses juntos. Y yo no sé quién soy. Ya no era grande físicamente, estoy más flaco, y con el pelo largo lo suficiente y bien mantenido, sin barba nimi estilo favorito el candado. Ya no he comido arroz ni frituras en mucho tiempo, solamente vegetales con pescado o pollo de vez en cuando. Y algo nuevo fue que Kelly me convenció de invertir mayoría de mi dinero, ya que la economía se veía bien en esta temporada. Me convertí en un verdadero Americano, un gringo, totalmente el hombre de los sueños de Kelly. O por lo menos eso pensé. Kelly y yo íbamos a cumplir dos años de novios, yo estaba muy feliz. Surgió una crisis en la economía, donde perdí mucho dinero,
pero Kelly me dijo que eso pasaba y que con el tiempo volvería a recuperar el dinero y probablemente hacer más dinero que nunca. Honestamente, el estrés me causó comerme dos o tres hamburguesas y aumenté un poco de peso. No tanto—todavía estaba flaco—pero lo suficiente para notar que las finanzas me estaban molestando. Pero tenía a Kelly, y eso era lo único que me mantenía fuerte. Por eso, decidí pedirle matrimonio. Y por eso me he encontrado aquí hoy, sentado en esta cafetería, pensando en cómo le iba a pedir matrimonio. Y tal vez para contarle el fin feliz de mi historia, pero hace como dos horas que recibí una llamada de Kelly, diciéndome que me iba a dejar, porque había cambiado mucho. Me dijo que llevaba tiempo pensando que tal vez me estaba haciendo daño. Dijo que tal vez era mejor si nos separábamos por un tiempo. Me agradeció por la memorias y buenos momentos, pero ya ella no sentía la misma conexión, porque era diferente. Al principio fue tan absurda la razón para mí, porque cambié para ella, a lo que ella quería. Pues eso pensé. Me alegro de que no compré un anillo, porque lo que me quedaba eran los cinco dólares para mi soda y un poco de dinero en mi cuenta de banco. Por otra parte, aunque estoy triste, solo pienso en las palabras de mi madre. Le mandé un mensaje de texto para ver si nos podíamos ver, pero no ha llegado todavía. Tal vez no lo recibió.
    Por fin, llegó y se sentó al frente de mí, y ahora la dejo hablar.
    —Perdona que llegue un poco tarde, hijo. Esta lluvia no ayuda. Oye camarero, una soda para mí por favor. Y por favor dame un plato de arroz y frituras para mi muchacho que parece que se está muriendo de hambre.


Yo se lo dije a Iván tantas veces, Kelly me pareció una buena chica, pero no la chica para él. La cultura siempre es importante, y no tenía problema con que Kelly fuese blanca. Lo que me preocupó fue que Iván cambiara por ella, y por no ser el mismo y convertirse en
algo que no era, iba a perderlo todo. Pero como su madre, lo aconsejé, y él no me escucho. Pero me mantengo a su lado porque verdaderamente lo amo, y al fin del día me siento aquí con él en esta cafetería tomándonos una cola, viéndolo comer buena comida de nuevo y escuchando su historia como si yo nunca le hubiese advertido.