Lizbeth Hernández, ’24
En la frontera
Te miro y se parte mi corazón.
Sé que sufres por no verlo y no duermes.
Has estado solo y encerrado un mes,
y aunque tratas de entender, no hay razón.
Cada día se lo encargas a Dios,
les ruegas para que te lo regresen.
Tú lloras un río de lágrimas,
mientras ellos se ríen de los dos.
¡Cuánto dolor te han causado por días!
Ya no tienes fuerzas, estás cansado.
Pero aún con todo, no te rendías.
Ojalá que se les ablande el corazón,
que miren el error que han cometido,
Y que regresen tu hijo contigo.
En la frontera
Te miro y se parte mi corazón.
Sé que sufres por no verlo y no duermes.
Has estado solo y encerrado un mes,
y aunque tratas de entender, no hay razón.
Cada día se lo encargas a Dios,
les ruegas para que te lo regresen.
Tú lloras un río de lágrimas,
mientras ellos se ríen de los dos.
¡Cuánto dolor te han causado por días!
Ya no tienes fuerzas, estás cansado.
Pero aún con todo, no te rendías.
Ojalá que se les ablande el corazón,
que miren el error que han cometido,
Y que regresen tu hijo contigo.