Manuel Álvarez ’20
¡Gracias a Dios que Bryan fue al baño!
Personajes:
Juan Pimentel
Daniel Frias (Locutor)
Ernesto Jerez (Locutor)
Bolivo (Entrenador)
Julio Peña
Erick Aybar
Joselito Rodriguez
Adrian, el scout de Cleveland
Bryan, el scout de Boston
Ernesto Jerez: Señores, Señoras, niños y niñas, amados televidentes, bienvenidos de nuevo luego de una breve pausa y si están sintonizando ahora, no se muevan… La luna llena se muestra encima del jardín como que si fuera un fanático más aquí en el diamante de Boston, Fenway Park. Espero que tengan sus bebidas, sus hot dog y palomitas, y que aprovechen y se queden, que llegaron a buen momento. Si este juego los tiene delante de la tele, nosotros estamos casi dentro del terreno. ¡Wao, Danny, qué partido!
Daniel Frías: Sí, Ernesto, un juego que nadie se lo esperaba. Estos dos equipos han luchado muchísimo para llegar a este juego tan importante, un juego decisivo — es el juego que dice quién sigue la rumba, y quién se va para su casa a esperar el año.
Ernesto Jerez: Así es, Danny, se nota que ningunos de estos dos equipos están ready para irse a sus casas con las manos vacías. Tenemos dos equipos con hambre. Mi gente, en esta bella noche de octubre del 2004, estamos en el séptimo partido de esta larga serie, la cual será una serie histórica, que nunca se olvidará. Las Medias Rojas de Boston contra Los Yankees de Nueva York, donde claramente se ve quiénes tienen hambre después de estar en serie debajo de los Yankees. Pero este inning es el que decidirá si las Medias Rojas dejarán esa mala racha del bambino de hace 86 años.
Daniel Frías: Tenemos al gran cerrador, el cual irá para el salón de la fama, Mariano Rivera, controlando la montaña de lanzador. Llegando con la única misión de obtener un solo out, que llevaría a los Yankees a la serie mundial.
Ernesto Jerez: Para aquellos que llegan ahora, los Yankees llevaban una derrota de tres a una a las Media Rojas pero en este último inning las Medias Rojas tienen en base dos corredores. Manny Ramírez en primera, y David Ortiz en tercera. Quizás por esta razón traen a Rivera, el joven bateador que ni él lo hubiera creído que estaría en este momento, Juan Pimentel, se acerca al home plate. Un muchacho con futuro prometedor, una bestia que con solo dos años jugando en las ligas menores sube a grandes ligas para enfrentarse a estas leyendas.
Daniel Frías: Sí, Ernesto, vamos a ver qué hace Pimentel en esta posición, la cual es el partido más importante de su vida. En el noveno inning, Pimentel lleva dos outs…
Bolivo: Okay, muchachos, en posiciones; ¡Coño, ya está demasiado tarde pa’ esta vaina!… Si se ponen de relajo y fallan de nuevo, a correr to’ el mundo hasta que yo diga que paren. Vamos a hacer simulaciones del juego. (Bolivo mira a la banca y busca a su bateador de estrella, Alvin.) ¿Donde ‘ta Alvin? ¡ALVIN! ¡COÑO! Ese muchacho de la mierda… (Bolivo se rasca la cabeza)... Ehh, tú. Sí, tú. ¿Cómo te llama’ ?
Juan mira a Bolivo y se señala a el mismo mientras está dando swings en la práctica
Juan: ¿Quién? ¿Yo?
Bolivo: No yo, párate en el home y no me haga’ quilla’, coño.
Juan, con su bate viejo de madera, camina hacia home plate con sus cortas pero fuertes canillas. Sin zapatillas de juego ni guantillas de bateo, se para en el home con sus tenis viejos y rotos. El entrenador Bolivo le tira un casco de la academia y a pesar de que no ha comido nada desde la noche anterior se para en home ready para la guerra, listo para darlo todo y poder ayudar a su mamá puesto que se encuentran en escasos recursos económicos. Unos muchachos en el terreno le vocean.
Julio: (Desde jardín central.) Mira ahora a quién trae el viejo Bolivo a home plate… Muchachos prepárense a correr, que este muchacho no va’ hace’ na’.
Erick: (Desde campocorto.) ¡Será que Bolivo se ta’ volviendo loco, compai! Este tigere no batea. Tú le tira’ una televisión y como quiera no la ve.
Todos los muchachos en el terreno se ríen.
Bolivo: ¡Cállense, muchachos de la porra, ya les dije que se pusieran las pilas que ya faltan pocos días para julio do’! Lo’ scout de los equipo de Nueva Yol, Cliveland, y Jiuston vienen llegando para ver quiénes son los que van a filmar. Alguno’ de ustede’ pueden estar a punto de firmar contratos millonario’, así que pónganse la’ pila’, que no quiero ver di’parate. Okay, esta es la situación: Último inning de un juego decisivo. El partido está tre’ a una. El equipo de afuera está ganando. El bateador juega del equipo que juega debajo del inning, el cual es el equipo local. El equipo local puede empatar el juego y seguir el juego o ganarlo con remolca’ má’ de tre’ carrera’... (Bolivo mira hacia el terreno y los ve todos listos en sus posiciones.) !¡Coño, Manuel, y Rafael! Pónganse eso’ casco’ viejo’ y póngase uno en tercera y otro en primera. ¡Dénse rápido! (Todos listos…) Vamo’ arriba, ya saben que pasa si se vuelven loco’… Juan, ¡ponte la’ pila’!
Joselito: (El lanzador.) Oye, Bolivo, a éste me lo llevo yo. Muchachos, no se apuren, que no le voy a dar ni chance a ustedes para que hagan un error,con tres lanzamientos me lo llevo. Este Juan lo que es un bizcochito pa’ mí, me lo voy a comer.
Juan se ajusta el casco que claramente le queda grandísimo. Se nota en la forma que baila en su cabeza. Se cuadra en el home plate como su jugador favorito, Sammy Sosa, sin miedo a nada. Juan es aquel jugador que nadie lo nota, pero que trabaja fuerte dentro y fuera del terreno. El muchacho lleva corazón y sangre de pelotero dominicano, pero nadie lo ve. Éste es el chance que todos peloteros en cualquier nivel esperan, el momento de doblar cabezas, el momento de ser reconocido, el momento de comenzar grandeza.
Joselito tira su primer lanzamiento. “¡Fuaaap!”, un fastball a 87 millas por horas y Juan lo abanica.
Joselito: (Juan se ríe.) Pue’ es un abanico puesto en nivel tres. Ese swing lo sentí desde aquí. Lleva uno. ¡Tú no batea’, Juan, teni’ roto!
Todos en el terreno se ríen. Se ríen hasta los padres de los peloteritos. En la distancia se ve hasta Bolivo riéndose. Juan, con mente en nada y sin molestarse, se cuadra de nuevo en el home y aprieta su bate y en su cabeza dice:
Juan: (Para adentro.) Si viene con su juguetito de cambio, se la voy a mandar por la verjita vieja del jardín central. Que Dios me perdone, pero le voy a dar a la casita de la vieja pancha.
Joselito sonríe con cara de malicia, le dice sí al catcher, aprieta la bola y se prepara para lanzar y tira la pelota. Juan ve el picheo y se emociona. “¡CLACK!” El sonido del bate después de que Juan hace el swing. Un sonido que se escuchó hasta en lo profundo de los cerros altos de la isla. La bola vuela, vuela, pasa la cabeza de Julio en el jardín central, pasa la verja vieja, y gracias a Dios, pasa la casa de la vieja pancha. Después de aquel “CLACK”, no se escuchó nada en terreno. Todos se quedaron con la boca abierta como que si fueran a atrapar moscas. Juan rodea las bases con alegría y cuando llega a home plate, le dice a Joselito.
Juan: Oye, Joselito, ve. ¡Búscate ese bizcocho por el jardín central, que te lo boté yo, por comelón!
Todos en el terreno se fajan a pelear, pero claro, llega Bolivo.
Bolivo: Miren, muchachos de la mierda, si no se despegan los voy a mandar a correr como gallo’. Ya, recojan sus vainas y descansen bien, que mañana es otro día. Prepárense que por esta vainita de pelea de pollito, van a correr hasta que me acuerde. Juan, llegue temprano que usted va practicar con el grupo fuerte.
Un mes después, el dos de julio. En el estadio Quisqueya de Santo Domingo
Adrian, el scout de Cleveland: Dímelo, Bolivo, ¿Cómo estas? Me dicen que tienes algunos peloteros con mucho potencial ¿Cuantos años tienen y que posiciones juegan?
Bolivo: ¡Adrian, el maestro! ¿que tal? Mira, tengo estos tre’ muchacho’ para ustedes. Se llaman Julio Peña, juega jardín central, Erick Aybar, que juega campocorto y Joselito Rodríguez, un lanzador con diferentes técnicas. To’ eto’ muchacho están ready pa’ hoy. Todos tienen 16 añitos, son potricos. Sé que en alguno’ añitos serán grande’ liga’. Pero, mire maestro, quisiera pedirle un favor; yo sé que usted dijo que solo traiga tre’ muchacho’ pero tengo otro peloterito que quiero que me lo vea’.
Adrian, el scout de Cleveland: Bueno Bolivo, ya le dije que solo tres. Esto es porque tenemos directrices estrictas. No quiero problemas con la MLB.
Bolivo trata lo más posible para poder exhibir a Juan, pero no quiere arriesgar la conexión que tiene para firmar a sus peloteros. Pero igual sigue preguntando y tratando de realizarle el sueño a Juan; sigue luchando para sacar a Juan de la pobreza.
Primero, se firmó Joselito Rodríguez, en el primer juego del showcase. Le dieron dos millones de dólares. Al próximo round, Julio Peña y Erick Aybar firmaron de una vez. Julio de 4 millones, y Erick de 3 millones.
Falta uno. Juegos pasan y pasan, y Bolivo sigue tratando, pero no hay nada de cupo para Juan. Algo le decía a Bolivo que siguiera luchando… Pasan las horas y ya son las 3:45 de la tarde. La exhibición comenzó a las 8 de la mañana. Ya no había scouts en el famoso olímpico de la República Dominicana — o así pensaba Bolivo.
Adrian, el scout de Cleveland: Bolivo, amigo, ya me voy. Ya firmé a capacidad. Sé que te dije que no antes, pero van a jugar un juego más. Si quieres, mete a tu último pelotero. Pero te digo, amigo, que ya no quedan scouts aquí. Ya todos terminaron. Gusto en verlo, felicidades para tu academia.
Bolivo, un poco decepcionado, pero con ánimo, le dice a Juan que se prepare, que va a jugar el próximo juego. No le dice nada de lo que le dijo Adrian y así lo manda al terreno. Ese día, Juan Pimentel juega pelota como nunca jamás había jugado. Para Bolivo, fue el mejor de todos los peloteros que firmaron ese día. Al final del juego, empacaron sus cosas y se fueron al carro en las afueras del Olímpico. Por lo menos firmaron de cuatro, tres, eso creían los muchachos.
Bryan, el scout de Boston: ¡¡Oye!! (Bryan corre hacia Bolivo y sus peloteros.) Mira, Juan Pimentel, ¿me dan un momento por favor?
Bolivo mira a Juan y le dice:
Bolivo: ¡Juan, hijo! Date rápido, ¿te va’ queda’ parao’?
Juan trota al scout y medio nervioso se presenta.
Bryan, el scout de Boston: Hola, muchacho. Ya te conozco, me impresionaste hoy. Para mi fuiste el mejor de todos. En verdad tienes suerte, ya me iba pero escuché el batazo que diste desde el baño y tuve que ir a verte. Mira, te quiero ofrecer un contrato de 200,000 dólares. Sé que no es como tus panas, pero sé que un día será una pieza importante para nosotros.
Juan, con tanta humldad y felicidad, se rompe a llorar y acepta el contrato. Juan no llora solo por la felicidad de seguir jugando este deporte sino también por el logro que finalmente obtuvo de comprarle una casa a su madre.
Tres años después; regresamos al inicio
Daniel Frías: Sí, Ernesto, vamos a ver qué hace Pimentel en esta posición, la cual es el juego más importante de su vida. En el noveno inning, Pimentel lleva dos outs… El muchacho que mide 5’9 de altura y pesa 180 lb que fue rechazado por todos, por su tamaño, está en el momento más importante que puede tener un pelotero.
Ernesto Jerez: Oye, sí, Danny, tuvo suerte con su firma. Dicen que aquel que lo firmó solo se dio cuenta porque fue al baño antes de irse de la exhibición. La leyenda dice que escuchó su batazo desde el baño. ¡Wao! Bueno, Danny, aquí comenzamos…Juan Pimentel se cuadra en el home. Vaya, igualito a Sammy Sosa, ¿verdad? Mariano Rivera se prepara para el lanzamiento. Tira el lanzamiento… “CLACK.” Danny, ¡el sonido! ¿Escuchaste? (Se escucha todos los fanáticos en el estadio gritando con emoción. Todos en el estadio brincan y se abrazan; por tanta felicidad vibra el estadio entero. Todos los jugadores de las medias rojas salen del banco, y corren hacia Juan.) Esa bola va lejos, a lo profundo… ¡Se fue la bola, se fue la bola! Yankees, preparen su maleta, que las Medias Rojas de Boston irán a la serie mundial, ¡después de 86 años! !El muchacho de la República Dominicana, Juan Pimentel, lo ganó, lo ganó! ¡Gracias a Dios que Bryan fue al baño!
FIN.
¡Gracias a Dios que Bryan fue al baño!
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Personajes:
Juan Pimentel
Daniel Frias (Locutor)
Ernesto Jerez (Locutor)
Bolivo (Entrenador)
Julio Peña
Erick Aybar
Joselito Rodriguez
Adrian, el scout de Cleveland
Bryan, el scout de Boston
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Escena 1
El juego más importante de su vidaErnesto Jerez: Señores, Señoras, niños y niñas, amados televidentes, bienvenidos de nuevo luego de una breve pausa y si están sintonizando ahora, no se muevan… La luna llena se muestra encima del jardín como que si fuera un fanático más aquí en el diamante de Boston, Fenway Park. Espero que tengan sus bebidas, sus hot dog y palomitas, y que aprovechen y se queden, que llegaron a buen momento. Si este juego los tiene delante de la tele, nosotros estamos casi dentro del terreno. ¡Wao, Danny, qué partido!
Daniel Frías: Sí, Ernesto, un juego que nadie se lo esperaba. Estos dos equipos han luchado muchísimo para llegar a este juego tan importante, un juego decisivo — es el juego que dice quién sigue la rumba, y quién se va para su casa a esperar el año.
Ernesto Jerez: Así es, Danny, se nota que ningunos de estos dos equipos están ready para irse a sus casas con las manos vacías. Tenemos dos equipos con hambre. Mi gente, en esta bella noche de octubre del 2004, estamos en el séptimo partido de esta larga serie, la cual será una serie histórica, que nunca se olvidará. Las Medias Rojas de Boston contra Los Yankees de Nueva York, donde claramente se ve quiénes tienen hambre después de estar en serie debajo de los Yankees. Pero este inning es el que decidirá si las Medias Rojas dejarán esa mala racha del bambino de hace 86 años.
Daniel Frías: Tenemos al gran cerrador, el cual irá para el salón de la fama, Mariano Rivera, controlando la montaña de lanzador. Llegando con la única misión de obtener un solo out, que llevaría a los Yankees a la serie mundial.
Ernesto Jerez: Para aquellos que llegan ahora, los Yankees llevaban una derrota de tres a una a las Media Rojas pero en este último inning las Medias Rojas tienen en base dos corredores. Manny Ramírez en primera, y David Ortiz en tercera. Quizás por esta razón traen a Rivera, el joven bateador que ni él lo hubiera creído que estaría en este momento, Juan Pimentel, se acerca al home plate. Un muchacho con futuro prometedor, una bestia que con solo dos años jugando en las ligas menores sube a grandes ligas para enfrentarse a estas leyendas.
Daniel Frías: Sí, Ernesto, vamos a ver qué hace Pimentel en esta posición, la cual es el partido más importante de su vida. En el noveno inning, Pimentel lleva dos outs…
Escena 2
Tres años antes, en un terreno maltratado de la República Dominicana.Bolivo: Okay, muchachos, en posiciones; ¡Coño, ya está demasiado tarde pa’ esta vaina!… Si se ponen de relajo y fallan de nuevo, a correr to’ el mundo hasta que yo diga que paren. Vamos a hacer simulaciones del juego. (Bolivo mira a la banca y busca a su bateador de estrella, Alvin.) ¿Donde ‘ta Alvin? ¡ALVIN! ¡COÑO! Ese muchacho de la mierda… (Bolivo se rasca la cabeza)... Ehh, tú. Sí, tú. ¿Cómo te llama’ ?
Juan mira a Bolivo y se señala a el mismo mientras está dando swings en la práctica
Juan: ¿Quién? ¿Yo?
Bolivo: No yo, párate en el home y no me haga’ quilla’, coño.
Juan, con su bate viejo de madera, camina hacia home plate con sus cortas pero fuertes canillas. Sin zapatillas de juego ni guantillas de bateo, se para en el home con sus tenis viejos y rotos. El entrenador Bolivo le tira un casco de la academia y a pesar de que no ha comido nada desde la noche anterior se para en home ready para la guerra, listo para darlo todo y poder ayudar a su mamá puesto que se encuentran en escasos recursos económicos. Unos muchachos en el terreno le vocean.
Julio: (Desde jardín central.) Mira ahora a quién trae el viejo Bolivo a home plate… Muchachos prepárense a correr, que este muchacho no va’ hace’ na’.
Erick: (Desde campocorto.) ¡Será que Bolivo se ta’ volviendo loco, compai! Este tigere no batea. Tú le tira’ una televisión y como quiera no la ve.
Todos los muchachos en el terreno se ríen.
Bolivo: ¡Cállense, muchachos de la porra, ya les dije que se pusieran las pilas que ya faltan pocos días para julio do’! Lo’ scout de los equipo de Nueva Yol, Cliveland, y Jiuston vienen llegando para ver quiénes son los que van a filmar. Alguno’ de ustede’ pueden estar a punto de firmar contratos millonario’, así que pónganse la’ pila’, que no quiero ver di’parate. Okay, esta es la situación: Último inning de un juego decisivo. El partido está tre’ a una. El equipo de afuera está ganando. El bateador juega del equipo que juega debajo del inning, el cual es el equipo local. El equipo local puede empatar el juego y seguir el juego o ganarlo con remolca’ má’ de tre’ carrera’... (Bolivo mira hacia el terreno y los ve todos listos en sus posiciones.) !¡Coño, Manuel, y Rafael! Pónganse eso’ casco’ viejo’ y póngase uno en tercera y otro en primera. ¡Dénse rápido! (Todos listos…) Vamo’ arriba, ya saben que pasa si se vuelven loco’… Juan, ¡ponte la’ pila’!
Joselito: (El lanzador.) Oye, Bolivo, a éste me lo llevo yo. Muchachos, no se apuren, que no le voy a dar ni chance a ustedes para que hagan un error,con tres lanzamientos me lo llevo. Este Juan lo que es un bizcochito pa’ mí, me lo voy a comer.
Juan se ajusta el casco que claramente le queda grandísimo. Se nota en la forma que baila en su cabeza. Se cuadra en el home plate como su jugador favorito, Sammy Sosa, sin miedo a nada. Juan es aquel jugador que nadie lo nota, pero que trabaja fuerte dentro y fuera del terreno. El muchacho lleva corazón y sangre de pelotero dominicano, pero nadie lo ve. Éste es el chance que todos peloteros en cualquier nivel esperan, el momento de doblar cabezas, el momento de ser reconocido, el momento de comenzar grandeza.
Joselito tira su primer lanzamiento. “¡Fuaaap!”, un fastball a 87 millas por horas y Juan lo abanica.
Joselito: (Juan se ríe.) Pue’ es un abanico puesto en nivel tres. Ese swing lo sentí desde aquí. Lleva uno. ¡Tú no batea’, Juan, teni’ roto!
Todos en el terreno se ríen. Se ríen hasta los padres de los peloteritos. En la distancia se ve hasta Bolivo riéndose. Juan, con mente en nada y sin molestarse, se cuadra de nuevo en el home y aprieta su bate y en su cabeza dice:
Juan: (Para adentro.) Si viene con su juguetito de cambio, se la voy a mandar por la verjita vieja del jardín central. Que Dios me perdone, pero le voy a dar a la casita de la vieja pancha.
Joselito sonríe con cara de malicia, le dice sí al catcher, aprieta la bola y se prepara para lanzar y tira la pelota. Juan ve el picheo y se emociona. “¡CLACK!” El sonido del bate después de que Juan hace el swing. Un sonido que se escuchó hasta en lo profundo de los cerros altos de la isla. La bola vuela, vuela, pasa la cabeza de Julio en el jardín central, pasa la verja vieja, y gracias a Dios, pasa la casa de la vieja pancha. Después de aquel “CLACK”, no se escuchó nada en terreno. Todos se quedaron con la boca abierta como que si fueran a atrapar moscas. Juan rodea las bases con alegría y cuando llega a home plate, le dice a Joselito.
Juan: Oye, Joselito, ve. ¡Búscate ese bizcocho por el jardín central, que te lo boté yo, por comelón!
Todos en el terreno se fajan a pelear, pero claro, llega Bolivo.
Bolivo: Miren, muchachos de la mierda, si no se despegan los voy a mandar a correr como gallo’. Ya, recojan sus vainas y descansen bien, que mañana es otro día. Prepárense que por esta vainita de pelea de pollito, van a correr hasta que me acuerde. Juan, llegue temprano que usted va practicar con el grupo fuerte.
Escena 3
Un mes después, el dos de julio. En el estadio Quisqueya de Santo Domingo
Adrian, el scout de Cleveland: Dímelo, Bolivo, ¿Cómo estas? Me dicen que tienes algunos peloteros con mucho potencial ¿Cuantos años tienen y que posiciones juegan?
Bolivo: ¡Adrian, el maestro! ¿que tal? Mira, tengo estos tre’ muchacho’ para ustedes. Se llaman Julio Peña, juega jardín central, Erick Aybar, que juega campocorto y Joselito Rodríguez, un lanzador con diferentes técnicas. To’ eto’ muchacho están ready pa’ hoy. Todos tienen 16 añitos, son potricos. Sé que en alguno’ añitos serán grande’ liga’. Pero, mire maestro, quisiera pedirle un favor; yo sé que usted dijo que solo traiga tre’ muchacho’ pero tengo otro peloterito que quiero que me lo vea’.
Adrian, el scout de Cleveland: Bueno Bolivo, ya le dije que solo tres. Esto es porque tenemos directrices estrictas. No quiero problemas con la MLB.
Bolivo trata lo más posible para poder exhibir a Juan, pero no quiere arriesgar la conexión que tiene para firmar a sus peloteros. Pero igual sigue preguntando y tratando de realizarle el sueño a Juan; sigue luchando para sacar a Juan de la pobreza.
Primero, se firmó Joselito Rodríguez, en el primer juego del showcase. Le dieron dos millones de dólares. Al próximo round, Julio Peña y Erick Aybar firmaron de una vez. Julio de 4 millones, y Erick de 3 millones.
Falta uno. Juegos pasan y pasan, y Bolivo sigue tratando, pero no hay nada de cupo para Juan. Algo le decía a Bolivo que siguiera luchando… Pasan las horas y ya son las 3:45 de la tarde. La exhibición comenzó a las 8 de la mañana. Ya no había scouts en el famoso olímpico de la República Dominicana — o así pensaba Bolivo.
Adrian, el scout de Cleveland: Bolivo, amigo, ya me voy. Ya firmé a capacidad. Sé que te dije que no antes, pero van a jugar un juego más. Si quieres, mete a tu último pelotero. Pero te digo, amigo, que ya no quedan scouts aquí. Ya todos terminaron. Gusto en verlo, felicidades para tu academia.
Bolivo, un poco decepcionado, pero con ánimo, le dice a Juan que se prepare, que va a jugar el próximo juego. No le dice nada de lo que le dijo Adrian y así lo manda al terreno. Ese día, Juan Pimentel juega pelota como nunca jamás había jugado. Para Bolivo, fue el mejor de todos los peloteros que firmaron ese día. Al final del juego, empacaron sus cosas y se fueron al carro en las afueras del Olímpico. Por lo menos firmaron de cuatro, tres, eso creían los muchachos.
Bryan, el scout de Boston: ¡¡Oye!! (Bryan corre hacia Bolivo y sus peloteros.) Mira, Juan Pimentel, ¿me dan un momento por favor?
Bolivo mira a Juan y le dice:
Bolivo: ¡Juan, hijo! Date rápido, ¿te va’ queda’ parao’?
Juan trota al scout y medio nervioso se presenta.
Bryan, el scout de Boston: Hola, muchacho. Ya te conozco, me impresionaste hoy. Para mi fuiste el mejor de todos. En verdad tienes suerte, ya me iba pero escuché el batazo que diste desde el baño y tuve que ir a verte. Mira, te quiero ofrecer un contrato de 200,000 dólares. Sé que no es como tus panas, pero sé que un día será una pieza importante para nosotros.
Juan, con tanta humldad y felicidad, se rompe a llorar y acepta el contrato. Juan no llora solo por la felicidad de seguir jugando este deporte sino también por el logro que finalmente obtuvo de comprarle una casa a su madre.
Escena 4
Tres años después; regresamos al inicio
Daniel Frías: Sí, Ernesto, vamos a ver qué hace Pimentel en esta posición, la cual es el juego más importante de su vida. En el noveno inning, Pimentel lleva dos outs… El muchacho que mide 5’9 de altura y pesa 180 lb que fue rechazado por todos, por su tamaño, está en el momento más importante que puede tener un pelotero.
Ernesto Jerez: Oye, sí, Danny, tuvo suerte con su firma. Dicen que aquel que lo firmó solo se dio cuenta porque fue al baño antes de irse de la exhibición. La leyenda dice que escuchó su batazo desde el baño. ¡Wao! Bueno, Danny, aquí comenzamos…Juan Pimentel se cuadra en el home. Vaya, igualito a Sammy Sosa, ¿verdad? Mariano Rivera se prepara para el lanzamiento. Tira el lanzamiento… “CLACK.” Danny, ¡el sonido! ¿Escuchaste? (Se escucha todos los fanáticos en el estadio gritando con emoción. Todos en el estadio brincan y se abrazan; por tanta felicidad vibra el estadio entero. Todos los jugadores de las medias rojas salen del banco, y corren hacia Juan.) Esa bola va lejos, a lo profundo… ¡Se fue la bola, se fue la bola! Yankees, preparen su maleta, que las Medias Rojas de Boston irán a la serie mundial, ¡después de 86 años! !El muchacho de la República Dominicana, Juan Pimentel, lo ganó, lo ganó! ¡Gracias a Dios que Bryan fue al baño!
FIN.